30 de abril de 2010

La masa

"Por eso la mayoría de los seres humanos vive tan irrealmente; porque creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, desde luego. Pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría. Sinclair, el camino de la mayoría es fácil, el nuestro es difícil. Caminemos."

(Demian, Herman Hesse)

26 de abril de 2010

Creatividad

Osho, el místico, habla sobre el arte y la creatividad

La creatividad es la mayor rebelión que hay en la existencia. Si quieres crear tienes que liberarte de todos los condicionamientos; si no, tu creatividad no será más que copiar, sólo será una copia. Sólo puedes ser creativo si eres un individuo, no puedes crear si formas parte de la psicología de masas. La psicología de masas no es creativa; va arrastrándose por la vida, no sabe lo que es bailar, cantar, no tiene alegría; es mecánica.

El creador no puede seguir un camino ya trillado. Tiene que buscar su propio camino, tiene que explorar las junglas de la vida. Tiene que ir solo; tiene que marginarse de la mente colectiva, de la psicología de masas. La mente colectiva es la mente más inferior del mundo, hasta los que llamamos idiotas son superiores a la idiotez colectiva. Pero la colectividad tiene sus propios sobornos: respeta a la gente y la honra siempre que continúen insistiendo en que el camino de la mente colectiva es el único camino correcto.

[...]La humanidad solo nacerá realmente el día que se respete al individuo en su rebelión. La humanidad aún no ha nacido, está todavía en el útero. Lo que tú llamas humanidad es solo un engaño. A menos que le demos libertad individual a cada persona, libertad absoluta para que sea él mismo, para que exista a su manera... Y, por supuesto, no debe de interferir con nadie; eso es parte de la libertad. Nadie debe de interferir con nadie más.

Pero en el pasado todo el mundo ha estado husmeando en los asuntos de los demás; incluso en cosas que son absolutamente privadas, que no tienen nada que ver con la sociedad. Por ejemplo, te enamoras de una mujer, ¿Qué tiene que ver eso con la sociedad? Es un fenómeno puramente personal, no le interesa a nadie. Si dos personas están de acuerdo en comulgar en amor, la sociedad no debería interferir. Pero la sociedad se inmiscuye de manera directa e indirecta con toda su parafernalia. El policía se interpondrá entre los amantes, el magistrado se interpondrá entre los amantes. Y si eso no fuera suficiente las sociedades han creado un superpolicía, Dios, para ocuparse de ti.

La noción de Dios es la de un mirón que no respeta tu intimidad ni siquiera en el cuarto de baño, te está mirando por el ojo de la cerradura observando lo que haces. ¡Es horrible! Todas las religiones del mundo dicen que Dios te está observando continuamente; es horroroso, ¿qué tipo de Dios es éste? ¿No tiene otra cosa que hacer que observar a todo el mundo, que seguir a todo el mundo?¡Parece el detective supremo!

La humanidad necesita un nuevo territorio, un territorio de libertad.[...]
La creatividad es la fragancia de la libertad individual.

El intelecto es algo engañoso, es algo falso. Es un sustituto de la inteligencia. La inteligencia es un fenómeno totalmente diferente; es lo real.[...]La inteligencia requiere que vayas siempre hacia lo desconocido, hacia el océano inexplorado. Entonces la inteligencia crece, se agudiza. La gente tiene miedo a lo desconocido, la gente se siente insegura con lo desconocido. No quieren ir más allá de lo conocido, por eso han creado un sustituto falso de la inteligencia, de plástico; lo llaman intelecto.

El intelecto es solo un juego mental. No puede ser creativo.
Puedes ir y mirar en las universidades y ver qué tipo de trabajo creativo se está llevando a cabo. Se escriben miles de tratados; doctorado en derecho, doctorado en filosofía, doctorado en literatura, se otorgan grandes títulos a la gente. Nadie llega a saber nunca qué pasa con sus tesis doctorales en derecho; se van convirtiendo en montones de basura en las bibliotecas. Nadie las lee nunca, nadie se inspira en ellas. Sí, algunas personas las leen; son el mismo tipo de personas que van a escribir otra tesis. Por supuesto las leerán los futuros doctores en derecho. Pero vuestras universidades no crean Shakespeares, Miltons, Dostoievskis, Tolstóis, Rabindranaths, Kahlil Gibrans. Vuestras universidades crean sólo basura, totalmente inútil. Ésta es la actividad intelectual que se está llevando a cabo en las universidades.

La inteligencia es una dimensión totalmente diferente. No tiene nada que ver con la cabeza, tiene algo que ver con el corazón. El intelecto está en la cabeza; la inteligencia es un estado de despertar del corazón. No existe la posibilidad de ninguna creatividad intelectual. Puede producir basura -es productiva, puede fabricar-, pero no puede crear. ¿Y cual es la diferencia entre fabricar y crear? Fabricar es una actividad mecánica. Pueden hacerlo las computadoras; ya lo están haciendo, y de una manera mucho más eficiente que el hombre. La inteligencia crea, no fabrica. Fabricar significa un ejercicio repetitivo: lo que ya ha sido hecho, tú lo vuelves a repetir una y otra vez. Creatividad significa traer algo nuevo a la existencia, hacer un lugar para que lo desconocido penetre en lo conocido, hacer un camino para que el cielo baje a la tierra.

La actividad intelectual puede haceros expertos en algunas cosas, prácticas, eficientes. Pero el intelecto está dando tumbos en la sombra. El intelecto es prestado, no tiene visión propia. El experto, el erudito, el intelectual, no tiene visión propia. Depende del conocimiento prestado, de la tradición, de la convención. Lleva bibliotecas enteras en la cabeza, un gran peso, pero no tiene visión. Sabe mucho sin saber nada en absoluto. Y como la vida no es la misma nunca -está constantemente cambiando, es nueva momento a momento- el experto siempre se queda atrás, su respuesta es siempre inadecuada. No puede responder porque no es espontáneo, sólo puede reaccionar. Ya ha sacado sus conclusiones; va cargado de respuestas preparadas y las preguntas que suscita la vida siempre son nuevas.

Además la vida no es un fenómeno lógico y el intelectual vive a través de la lógica; por eso nunca encaja con la vida y la vida nunca encaja con él. Por supuesto la vida no está perdida, es el intelectual quien está pedido. Se siente siempre como un extraño; no es que la vida le haya expulsado, él mismo ha decidido quedarse fuera de la vida. La vida es más que la lógica: la vida es paradoja, la vida es misterio. Cualquier cosa que estés haciendo a través del intelecto es sólo una interferencia basada en tu lógica; y tu lógica es un invento tuyo.

Todo ser humano nace siendo creativo. Observa a los niños y lo verás: todos los niños son creativos. Poco a poco, destruimos su creatividad. Poco a poco les imponemos creencias erróneas. Poco a poco, los distraemos. Poco a poco, les hacemos cada vez más interesados, políticos y ambiciosos.

Cuando la ambición aparece, la creatividad desaparece, porque un hombre ambicioso no puede ser creativo, un hombre ambicioso no puede amar ninguna actividad en sí misma. Mientras está pintando está mirando hacia delante; está pensando: "¿Cuando me van a dar el premio Nobel?" Cuando está escribiendo una novela está mirando hacia delante, siempre está en el futuro; y una persona creativa está siempre en el presente.

Un hombre que va detrás del dinero, del poder y del prestigio es un mendigo, porque continuamente pide. No tiene nada que darle al mundo. Si quieres fama entonces olvídate de la creatividad. Es más fácil hacerte famoso si eres destructivo. Es más fácil hacerte famoso si eres competitivo, violentamente competitivo. Es más fácil hacerse famoso, si puedes matar y destruir gente. Toda la historia es la historia de los asesinos. Si te conviertes en un asesino es muy fácil que alcances la fama. Te puedes convertir en un primer ministro, te puedes convertir en presidente, pero todo esto son máscaras. Detrás de ellas encontrarás escondida gente muy violenta, gente terriblemente violenta, sonriendo. Esas sonrisas son políticas, diplomáticas. Si la máscara cae siempre encontrarás escondido detrás a un Genghis Khan, un Tamurlaine, un Nadir Shah, un Napoleón, un Alejandro Magno, un Hitler.

Si anhelas la fama, no hables de creatividad. No estoy diciendo que la persona creativa nunca alcance la fama; pero raramente llega, muy raramente. Es más por accidente, y lleva mucho tiempo. Casi siempre sucede que cuando la persona creativa alcanza la fama, ya no está; es siempre póstuma, llega con retraso.

Cuanto más grande es la persona, más tiempo le cuesta a la gente reconocerlo. A la persona creativa le cuesta cientos de años ser reconocida, y eso tampoco es seguro. Por eso, si estás buscando algo en el nombre de la creatividad, entonces renuncia a la idea de ser creativo. Por lo menos conscientemente, deliberadamente, haz todo lo que quieras hacer. Nunca te ocultes detrás de máscaras. Si realmente quieres ser creativo, entonces no se trata de dinero, éxito, prestigio, respetabilidad; entonces disfrutas de tu actividad, entonces cada acto tiene un valor intrínseco. Bailas porque te gusta bailar; bailas porque disfrutas de ello. Si alguien lo aprecia, bien, sientes agradecimiento. Si nadie lo aprecia, no es asunto tuyo preocuparte de ello. Has bailado, has disfrutado; ya estás satisfecho.

Toda la estructura de nuestra vida es tal que se nos enseña que a menos que tengamos reconocimiento no somos nadie, no valemos nada. El trabajo no es importante, pero sí el reconocimiento. Y esto es poner las cosas boca abajo. Tu satisfacción debería estar en el mismo trabajo.

Tal como es ahora, el mundo te tiene atrapado en un patrón miserable. Lo que haces no es bueno porque te guste, porque lo hagas perfectamente, sino porque el mundo lo reconoce, lo premia, te da medallas de oro, te dan premios Nobel. Puesto que no pueden conceder millones de premios Nobel, le han quitado todo el valor intrínseco a la creatividad y han destruido a millones de personas. Han creado el deseo de reconocimiento en todo el mundo, de modo que nadie puede trabajar en paz, silenciosamente, disfrutando de lo que está haciendo.

Los padres, los profesores, están siempre haciendo hincapié en que debes ser reconocido, en que debes ser aceptado. Ésta es una estrategia muy ingeniosa para mantener a la gente bajo control.

Las así llamadas personas reconocidas, la gente distinguida en algo, están llenas de basura y nada más. Pero están llenas de la basura con que la sociedad quiere que se llenen; y la sociedad les compensa dándoles premios.

Cualquier hombre que tenga un sentido de su propia individualidad vive de su propio amor, de su propio trabajo, sin ocuparse en absoluto de lo que piensan los demás. Cuanto más valioso sea tu trabajo, menos posibilidaddes de conseguir alguna respetabilidad por él. Y si tu trabajo es el trabajo de un genio entonces no vas a ser respetado durante tu vida. Durante tu vida serás criticado..., luego, después de dos o tres siglos, te harán estatuas, tus libros serán respetados; porque a la humanidad le cuesta casi dos o tres siglos reunir tanta inteligencia como la que hoy tiene el genio. La diferencia es enorme.

Si eres respetado por idiotas tienes que comportarte de acuerdo a sus costumbres, a sus expectativas. Para ser respetado por una humanidad enferma tienes que estar más enfermo que ellos. Entonces te respetarán. Pero¿qué ganarás tú? Perderás tu alma, y no ganarás nada.

Recuerda, una persona creativa siempre está probando caminos incorrectos. Nunca serás creativo si para hacer algo siempre sigues el camino correcto, porque el camino correcto significa el camino descubierto por otros. Y el camino correcto significa que, por supuesto, serás capaz de hacer algo, serás un productor, un fabricante, serás un técnico, pero no serás un creador.

El noventa y nueve por ciento del arte no es arte en absoluto, es basura. Raramente hay un trabajo artístico, muy raramente. Los demás son solo imitadores, técnicos; gente habilidosa, gente ingeniosa, pero no artistas. Y si ese noventa y nueve por ciento de arte desaparece de la Tierra será una bendición; porque es más parecido a un vómito que a algo creativo.

Todo el mundo entiende el pasado, todo el mundo ha sido educado para entenderlo. Traer algo nuevo al mundo significa que nadie será capaz de apreciarlo; es tan nuevo que no hay ningún criterio con el que pueda ser evaluado.
La humanidad es lenta, está aletargada, se queda rezagada. Y la persona creativa va siempre por delante de su tiempo, de ahí la brecha.

Así que no te preocupes de qué es el verdadero arte. Si haciéndolo disfrutas, si haciéndolo te pierdes, si haciéndolo te sientes inundado de alegría y paz, es verdadero arte. Y no te preocupes de lo que digan los críticos. Los críticos no saben nada de arte. De hecho, las personas que no pueden ser artistas se hacen críticos. Si no puedes participar en una carrera, si no puedes ser un corredor olímpico, por lo menos puedes estar a un lado de la pista y tirarles piedras a los corredores; eso lo puedes hacer fácilmente. Eso es lo que están haciendo los críticos. No pueden ser participantes, no pueden crear nada.

Nos sentimos orgullosos de no estar sujetos a ninguna autoridad externa, de ser libres de expresar nuestros pensamientos y emociones, y damos por supuesto que esta libertad garantiza —casi de manera automática— nuestra individualidad. El derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios; la libertad de la autoridad exterior constituirá una victoria duradera solamente si las condiciones psicológicas íntimas son tales que nos permitan establecer una verdadera individualidad propia.

Erich Fromm en El miedo a la libertad, 1941

El perro y el frasco

"Mi perro bonito, mi lindo perro, mi querido chucho, acércate y ven a respirar un excelente perfume comprado en la mejor perfumería de la ciudad."
Y el perro, moviendo la cola, lo que, según creo, es, entre estos pobres seres, el signo que corresponde a la sonrisa y a la risa, se acerca y pone, curioso, su húmeda nariz sobre el frasco destapado; luego retrocediendo súbitamente y con espanto, me ladra a manera de reproche.

"¡Ah!, miserable perro; si te hubiera ofrecido un paquete de excrementos, los habrías olfateado con deleite y hasta quizá devorado. De esta suerte, tú mismo, indigno compañero de mi triste vida, te pareces al público, al que nunca debe presentársele delicados perfumes que lo exasperen, sino detritus cuidadosamente elegidos".

Charles Baudelaire

20 de abril de 2010

La casa rellena de delfines

Hay una televisión encendida y un anuncio publicitario.
La cama se hunde y es de noche.
En la casa habita un cuaderno de apuntes.
Obscenos viajes a París vestido de lagartija.
El tintero desahoga sus últimas frustraciones.
Mañana menos y peor; soy optimista.

Alaridos en un pequeño envase metalizado,
es suficiente para la cena.
Lo de siempre en mi corazón taladrado
y el cubo de la basura canta en la ducha.
La soga está bien preparada,
una oración en Re menor...

Me encanta despertar a los vecinos
mientras diseño una bomba para volarme los sesos.
Enciendo un suspiro y escucho canciones escritas por mí,
siempre junto a mi amante la cuchilla de afeitar.

Hay un padre que pudre en el piso de enfrente.
No regué las plantas y por ello me ahorco.
Las mariposas me odian, creen que soy un snob.
Pero no es así, me gusta el sexo,
el tuyo en particular, con su bosque de gnomos dementes...

Me tumbo en la cama y te sueño como un idiota.
No eres buena, mándame un hara kiri por correo
y juro que te fumaré en pipa.

Oh baby, tú me vuelves cuerdo,
completamente sobrio...
Atrévete a hablarme, estoy en casa roto.
Me asfixio y ya es tarde.

Nada

Nada me gusta
Nada me seduce
Nada me atrae
Nada me interesa
Nada me fascina.
Yo amo a Nada.

Qué mal qué bien

Qué mal hice en verte!!!
Qué mal digiero tu rostro,
como si tus ojos flagelaran
la estúpida sonrisa
que en aquel momento
yo llevaba puesta.

Cómo tiemblo sabiendo lo lejos
que te encuentras aunque estés aquí.
No puedo mezclarme con el humo,
no puedo apartarme de las vías del tren,
vete para siempre y volveré a mi alcantarilla,
tan llena de nubes como tú...

17 de abril de 2010

100.000 metros cúbicos

Cuidado: esto puede sucederle a usted en algún momento de su vida.Y a usted, y a usted que mira hacia otro lado, también. Ya sabes que hay gente que a la mínima ocasión le sobreviene una cascada de nostalgia que les deja empapados, a ellos y a quien tenga la estúpida ocurrencia de escucharles. Y a cierta edad uno tiene todos los boletos. Puede suceder en un montón de ocasiones diferentes, pero el día más señalado para cometer este acto inútil del recuerdo desmedido y llorón suele ser el sábado, más concretamente por la noche. La verdad es que el viernes también sería válido, pero parece que en esto de ponerse ciego el sábado es como más certero y universal.

Y qué mejor lugar para desarrollar el mencionado pelotazo evocador y resentido que cualquier bar, más o menos animado, más o menos sucio, y lleno de miradas desorbitadas, de almas en la horca.

Las noches del sábado son sagradas para muchos de nosotros y acostumbramos a deambular de aquí para allá, a veces en un lamentable estado, para qué nos vamos a engañar, como zombies de una peli de serie B, —cuando van de caza a la típica casita de campo llena de adolescentes gilipollas—, y damos vueltas y vueltas por las encendidas calles y caemos en picado.

Es probable que te encuentres con aquel viejo conocido que no veías en años y que se casó y que de repente se te aparece como una visión etílica, cayendo sobre ti por sorpresa y a bocajarro, justo en el último bar de la noche y no dejes de sorprenderte y le des la mano y hagas como que te alegras de verle. Oh, qué vida de mierda; ayer un amigo entrañable, hoy rebajado a "típico chapas".

También es posible que el viejo colega se emocione solo y quiera hasta invitarte a un gran vaso de algo que a esas horas ya no tengas ni puñeteras ganas de beberte, pero que por sus cojones tengas que hacerlo a la fuerza. Y hablareis de la vida y tu colega se caerá de la risa y del colocón que lleva, recordando alguna de esas tonterías que algún día vivisteis juntos, que tampoco es que aquello fuera el copón, pero que a la hora de rememorar en el colofón de lo que es una noche de sábado en condiciones, viene decorado de tal forma que resulta que era lo más divertido que jamás haya podido sucederle a ser humano alguno.

A medida que las palabras se vayan sucediendo, agotándose de vuestro ebrio álbum de recuerdos, y estés ya deseando largarte de allí, tu viejo y alcoholizado amiguito sacrificará las últimas neuronas que aún guardaba en la recámara de su intoxicado cerebro, y comenzará a enumerar, con tristísima expresión y al borde del llanto, todas las cosas buenas de aquella dorada época... un estupendo pack de frustraciones acompañadas del “lo que pudo haber sido y no fue” o el hiriente “con lo que hemos sido nosotros”, y litros y cubos repletos de momentos mojados por la lluvia del tiempo, de jaculatorias, canciones, novias... ¡qué bueno era aquello, dios!, qué bueno era... mientras te palpas la gorda barriga.

Pero en medio de un “¿te acuerdas cuando...?” tu amigo paposo claudicará y de uno de sus enrojecidos ojos saldrá la primera lagrimilla que apesta a pasado, a vejez mal llevada y que además de inútil abrirá aún más ese abismo que os separa, pues los dos habéis cambiado tanto y andado caminos tan distintos...

Pensarás que ha sido más que suficiente y que en realidad no quieres saber nada de esta gente que ha acabado un poco p'allá, y lo mismo ríe que llora o te monta una escenita, pues el exceso de alcohol facilita este tipo de cosas. Algo te retiene y sabes que eres tonto. Y sabes que eres bueno y no puedes dejar a tan lamentable personaje con la palabra en la boca, llorando como un niñato. Por eso le dices “tranquilo, qué se le va a hacer” y todo eso tan típico, gastado e inútil, que solo el silencio mejora.

Pero es tarde y tu viejo compañero de nosequé (porque muchas veces no hace falta ni recordar de qué fue tu compañero, si es que encima lo fue realmente) emana lagrimones como puños, invadido de una nostalgia y melancolía insoportables, y casi se ahoga y es inútil intentar animarle ni a él ni a nadie, pues llora sin parar, y más y más, y venga y dale, y sus lágrimas son ya enormes olas imposibles de sortear destinadas a calarte hasta los huesos y te cagas en el día y la hora en que te encontraste a ese vil deshecho humano, hinchado y ojeroso, de los tiempos del cole o vete tú a saber, y el suelo del bar se va encharcando y se va pareciendo a una piscina porque nos llegan ya las lágrimas por las rodillas, pero el tío no para y tiene unas glándulas lacrimales que son como camiones cisterna, el muy cabrón, y nos arrastra la corriente de ese río de tristeza alcohólica y anhelante saliendo precipitádamente del infame garito, empapados.

Tu amigo llorón acabará evacuando líquido, esta vez por la boca, sentado malamente en un banco lleno de meados del parque más cutre que haya por allí cerca, y tú te irás a casa medio rebotado y con la ropa hecha un cristo. Cogerás un tremendo resfriado y tu madre te echará una bronca de espanto por llegar a casa empapado, chorreando lágrimas de alguno de esos gamberros que, según ella, andan por ahí a altas horas de la madrugada... y tú la aguantarás como una bronca más y te irás a la cama de una vez por todas, dando por finiquitada la puñetera noche del sábado.

En fin, otra noche más, malgastada en palabras huecas, en recuerdos cada vez más borrosos, cuando no directamente inventados, que vuelven y te devoran el cerebro tras unos tragos de más en los garitos de costumbre. Otra noche de la nostalgia barata, los bares y las lágrimas, las tuyas y las de los demás.

15 de abril de 2010

La guerra en azucarillos

Definición patéticomilitar sobre un bosque de hiperpótamos

No sé como empezó todo. Además vi a mi novia, aquel día borroso, haciendo las maletas. Me dejaba, y mientras, en la calle, había guerra. Un anuncio de compresas se debatía entre la vida y la muerte y catorcemil soldados lavados con suavizante sodomavajillas, disparaban contra un tanque relleno de lujos, axilas y mantequilla católica, cuyo probable destino serían las bocas hambrientas de la población reptil.

Todo negro. Inevitables lágrimas se asomaron por mis ojos y tuve que escapar.
El martesoncedeseptiembre no cambió mi vida ni lo más mínimo, pero salí a la calle a comprar bufandas de cuadros y muchos cigarrillos, pensando en pasar una tarde memorable junto a Elena!, la ninfa tatuada en mis entrañas, la amante terrible que espero me mate en pleno orgasmo litúrgico y finiquite este pésimo llanto al que estoy atado desde los dieciséis años y tres meses.

A través de las ventanas que dan al patio pude oir el grato y placentero crujir de cráneos de los últimos ejecutivos y empresarios, esa raza de hijos de puta que son capaces de vender a su madre por un dólar-dolor de esófago, ajusticiados por los únicos niños supervivientes que todavía quedan por aquí.

Solo estaba, mi novia ya se alejó, aunque me importó una mierda que se fuera, pues en el lado genital de mi mente solo había sitio para mi querida Elena!, la ninfa siliconada a la que amo con locura... aunque a decir verdad, no sé donde puede encontrarse en estos momentos, es tan tarde... es tan dura la guerra... esa guerra... una eyaculación de bombas, de muerte, de odio, además precoz y enferma.

Una guerra. Así de sencillo, y yo desnudo, como siempre. Y casi por destellos me vienen a la cabeza aquellas tardes invernales. Esas tardes de suelo mojado, de farolas en llamas, cuando la acompañaba a casa y nos reíamos, y la besaba con una especie de miedo infantil a la posibilidad de no volver a verla más... esa sensación extraña que me hacía arder y desear todo el tiempo, y volvía a casa pensando en lo bonito del invierno, de la noche a las siete y media... de un cigarro triste... por las calles hostiles de este maldito pueblo, la avenida de la libertad asolando mi alma, algún borracho permanente, algún amigo estudiante de esos que no hacen otra cosa... en fin, los bares de siempre, y algunas chicas adictas acompañando a sus madres a los supermercados repletos de viejas esclavas de la vida, del vacío... y vuelvo a casa, digo, y me masturbo y quiero ser un buen hijo.

Pero ha pasado el tiempo y yo estoy aquí, mirando a la muerte desde la ventana. La guerra. Quedan pocos disidentes y respiro mal y destrozo a dios y a esta basura de mundo que me han impuesto estos cabrones, hombres de estado, serpientes dañinas con su séquito de militares, de policías, de bastardos que han hecho de mí un bufón, una marioneta cuya única alternativa es huir, correr, llegar al infierno mucho más agradable y cálido. Y cómo definir este mal gusto en la boca... el sabor exquisito de una taza de napalm o las conversaciones absurdas con amigos, con amigas, en el búnker-bar más barato del barrio. Cómo definir el tiempo perdido, esa sensación inútil de haber malgastado las horas en iras idiotas, en discusiones sobre el porqué de todo, si el tabaco sube diez pesetas, sobre el sistema y la educación, la sopa demasiado caliente, las camisas que aún siguen sucias o que es una pena que llueva en la mitad norte de mi ignorancia, sobre los “ismos” más o menos radicales, sobre el polvo acumulado en la mesita de noche, y qué decir del paro y los precios de la gasolina... Hasta que ¡¡¡BOOOOOUUUMM!!. Se desplomó el planeta, se hizo el ocaso y me dí cuenta demasiado tarde. La televisión lo colocó todo en su sitio, en nuestras mentes bloqueadas e indecisas; nos situó la desgracia dentro de los ojos y nos pusimos a llorar casi por obligación, porque eso es lo normal, por parecer humanos, cuando siempre fué al contrario. Cuando siempre habíamos mirado a otro lado, a las piernas de las chicas, a los coches y a los partidos de fútbol.

Nos inventaron una guerra a la que asistir temblando, como tontos que despiertan ante el mundo. Mundomierda. Y ahora, en 1984, miro con melancolía a la muerte, intentando verlo todo con otros ojos, intentando despedirme de todo esto como si realmente hubiera valido la pena pasar por aquí... Esperando el momento en que nadie mire y pueda salir corriendo hacia otra estación, dedicando el odio a todos esos que matan, que me matan y me roban la esperanza... y veo soldaditos americanos que mueren y no me importa porque son unos hijos de perra, solo quiero marcharme y llevarme conmigo esa foto de “ella”, mi eterna ninfa Elena!, la chica que nunca me amó... y después lanzarme al vacío y gritar Hola! al infinito. Quizás...


Escrito en Septiembre de 2001, días después de los atentados del día 11 en EEUU, y publicado (como algunos otros textos de este blog) en Ojo de Pez.

El arte de no besarte

No ves arte. Desarmarte solo es parte de mi plan.
Averiarte y pintarte con infame despropósito,
y mi perro habla y mantiene relaciones
con sesenta amas de casa en celo-fan;
También es arte!

Despeinarte, linda empresa...
erotizas los minutos y me elevas
a la categoría de infierno.

Cortarte el mar en pequeños e infinitos trozos
y ofrecértelos en un beso.
El gran arte de inquietarte...

Cuando me miras muero y parece no importarte.
Lo que quiero es liber-arte,
cómo no; llevarte a Marte.

Palabras de alguien en un oscuro día

Me alegro de verte. Esa era la frase fascinante que tiñó la tarde de una magia tragicómica. La única frase con sentido en este raro día. Un día extraño de cielo gris y mucho viento. Cielo negro a las ocho de la tarde y cabezas despeinadas. Cabellos que van de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, por culpa del aire violento, que me mete el polvo en los ojos y las bolsas de plástico que vuelan y el retorno de un amor de juventud.

Me alegro de verte me ata a un deseo y a la cuestión; ¿qué hago yo con mi vida?. Y esta frase lo sustituye todo, cambia el ambiente, me moja la cara de pura soledad, que más tarde me va chorreando por la chaqueta nueva de tres botones y aberturas laterales. La frase que mató las demás palabras, los cuentos, los chistes, las conferencias sobre cómo lavar a los perros... Haciendo de las calles un veneno que me intoxica en esta escapada.

Mañana es día de fiesta y hoy ese día extraño en el que vuelvo a casa sin saber muy bien por qué ni qué debo hacer en las últimas horas de la jornada. Cenar ante el televisor. Una ojeada por las páginas de revistas musicales atrasadas. Ideas para un cuadro difícil de pintar... dibujos inacabados.

Me alegro de verte ha sido la sentencia definitiva que viene de unos labios tiernos, me temo que irrepetibles. El tiempo me curó hasta borrarme a mí mismo, un mí mismo envuelto en tonos grises que no me gustan. Los parques han cambiado y las plazas están vacías. Los viejos y los niños están vivos en la calle y yo dejo la mirada correr tras ellos.

Espero a mañana y espero que la mañana sea bella y pueda estar un poco más vivo, más caliente, más despierto y por supuesto más preparado para recibir tan hermosas frases como Me alegro de verte.

14 de abril de 2010

L'amour aspirina

He visto de nuevo el amor de cerca.
Me hizo pequeño, me hizo gigante,
rompiendo los muros, destrozando los techos con mi cabeza.
Un amor cualquiera me llenó los ojos
de vivas esperanzas y colores falsos.

Una aspirina contra todo,
y de nuevo brillas como un relámpago,
y hasta te has lavado la boca
para que adviertan que ya no eres el mismo.

¿Pero quién diablos eres cuando de ese amor
tan solo queda el humo?
Un desdichado, colilla, plástico pisado,
aspirante a policía, pulga del averno,
témpano de hielo...

El algodón era en realidad cemento
y ahora ves los agujeros.

Unos días de amor pastilla
y vuelta a los suburbios...
L'amour aspirina para rozaduras,
constipados y faltas de autoestima,
pérdidas de orina en los rascacielos,
reencarnado en cesta de mimbre, ¡¡objeto punzante!!

Días, horas, años, ¡¡mundos!!
Ahora lo veo claro,
solo se salvan los puercos y los trepas,
pequeñas manadas de hombres prácticos
me acechan y me ofrecen intereses bajos.

Fuera bromas, ahora me doy cuenta,
y con los pies en el suelo por vez primera,
que aunque l'amour voló dejándome tan solo,
aún queda lo falso, el teatro y la mentira,
en estos días de nubes y más nubes.

Ella siempre ella

Ella caza al vuelo los pájaros de mi cabeza.
Ella lava mi boca de palabras locas de mi juventud.
Ella sostiene la vela que alumbra mis torcidos pasos.
Ella me recuerda una y otra vez cuál es mi misión aquí.
Ella me enseña lo que debo aprender para dejar de ser yo.
Ella me aplasta y machaca ahora que la necesito.
Ella me ha dado todo pero ya no tengo nada.
Ella vive de mí, y yo la necesito para subsistir.

Risas en off

Las oigo constantemente. No dejan de reirse. Supongo que de mí.
Lo más curioso es que no podría decir de dónde vienen.
Risas agudas que me enloquecen.

Allí está la señora gorda y feliz que señala con su dedazo y ríe como poseída,
hinchada y totalmente roja.

A su lado una jovencita cuya fina risa me hace cosquillas en la oreja,
y es tan bella... que perdono su burla.

Me imagino que el tono grave tal vez provenga de un señor mayor con cara de gracioso,
alegremente despejado de penurias y cuentos tristes, casi rebuzna el pureta.

Un hombre de cuarentaytantos lanza una risilla irónica...
de bastardo, con mirada cínica y hombros caídos de llevar la carga del honor,
de la hombría, esa despreciable carraca.

Los niños... también alguno pone su voz en mis oídos, ese niño despierto y libre...
la más sincera de todas las risas que oigo.

En fin, todo un elenco de acróbatas de un humor que no entiendo.
Jóvenes, viejos y figurantes de esta sociedad que no es la mía.
Siempre están ahí, esas risas en 'off', esos personajes que me inundan y se burlan, haciéndome pequeño. Están conmigo siempre y me voy acostumbrando.

Y cuando dispongo de un ratito libre y me siento para mirar a ningún sitio, añoro el tiempo en que yo me reía tanto como ellos. Sí, lo echo de menos...

Ahora, ante las situaciones graciosas se me arruga la cara y la expresión es patética.
Me duele el gesto y la sonrisa la perdí.
Simplemente, como quien pierde las llaves, el reloj, la vida.

La cáscara

¡¡Chicas mirad!!
He descubierto algo: tengo un agujero enorme.
Oh, si pudierais daros cuenta y rellenarme con piedras o con cemento,
besarme la cara con las suelas de vuestros zapatos,
acabar de trocearme si quisiérais...
Lo he descubierto.

Ni los años de colegio ni catorcemil lecturas
me hicieron ver este hueco que tengo,
tan solo lo agrandaron.

Cómo alaban el dinero los nuevos chicos,
cómo les absorbe el coco la televisión
y cómo pierdo el tiempo quejándome.
Si al menos pudiera llenar de algo este agujero.

Y hubo chicas en mi vida que pudieron hacerlo, eso es cierto.
Debí ser otra persona por aquella época, mucho más inocente.

Pero mirad cómo se desinflan las esperanzas, parecen globos.
Los últimos globos de esta fiesta de vencidos.
En este viaje no hay parada ni estación que me detenga...
siempre en marcha con un agujero entre los ojos
por donde se cuela todo y no permanece nada.

La carretera es larga y el horizonte me asusta.
Soy una cueva humana
o tan solo la cáscara de alguien.
Ahora decidme por qué.

El problema es que me siento...
no sé cómo explicarlo,
me siento...
y no me levanto.

Cielito lindo

Sobre un cielo escribo, sentado en un papel,
y oigo ladridos y ladrillos de alguien.

Las casas de goma refugian dolores
y los niños no se cansan de jugar al balón; mi cabeza.

Los cristales son verdes
como los ojos de tu retrato, obsceno y fugaz.

Alguien se esconde en el garaje
con dios y los demás animales.

Intento matar el tiempo,
pero nunca fui capaz de matar una mosca.
Ahora los barrotes de esta prisión son dulces.

Cuando ya no pueda abrir la boca
para pronunciar cuchilladas,
y me insulten las paredes de una existencia rota,
dejaré en un lienzo frío ésta, mi sonrisa;
la sonrisa de un desertor.

Proverbio para un gilipollas

Bienaventurados los ignorantes porque jamás conocerán la realidad y un autobús en su recto les hará cosquillas.

Como siempre

Siempre solo en habitaciones llenas
y mi ruina por compartir,
mentira real y chica en la cruz,
derrite la imagen un cálido ruido rosa.

Desolación arterial, lágrimas de alcohol.
Siempre solo en habitaciones llenas.

Sabes quién soy yo,
pero no quién puedo llegar a ser.
Sabes dónde vivo,
pero esto no es vivir.

Sueño o realidad,
amarillo al despertar.
Nunca es tarde para enloquecer,
nunca es tarde para respirarte,
nunca es tarde, amiga.

6 de abril de 2010

Creo que no me va tan mal

No tengo infancia
ni conservo los amigos que una vez conocí.
No, no tengo infancia
ni conservo los amigos que una vez conocí.
Pero aún me queda la voz,
y puedo llevarla allí donde vaya.
Eh, eh, así que creo que no me va tan mal.

Y nunca he tenido mucho dinero
pero me las arreglo de alguna manera.
No, nunca he tenido mucho dinero
pero me las arreglo de alguna manera.
Muchas veces me he inclinado,
pero nunca me agaché ante nadie.
Eh, eh, así que creo que no me va tan mal.

Problemas, oh, problemas,
tengo problemas en mi cabeza.
Problemas, oh, problemas,
tengo problemas en mi cabeza.
Pero los problemas del mundo, Señor,
son mucho más grandes que los míos.
Eh, eh, así que creo que no me va tan mal.

Y nunca tuve ejércitos
que se apresuraran a cumplir mi orden.
No, nunca tuve ejércitos
que se apresuraran a cumplir mi orden.
Pero no necesito ejércitos,
tengo un buen amigo.
Eh, eh, así que creo que no me va tan mal.

Me han dado patadas, latigazos y pisotones,
me han disparado igual que a tí.
Me han dado patadas, latigazos y pisotones,
me han disparado igual que a tí.
Pero mientras el mundo siga moviéndose,
yo también me moveré.
Eh, eh, así que creo que no me va tan mal.

Mi camino quizá sea duro,
y las piedras tal vez me destrocen la cara.
Mi camino quizá sea duro,
y las piedras tal vez me destrocen la cara.
Pero mientras algunas personas no tengan camino,
tendrán que quedarse siempre en el mismo lugar.
Eh, eh, así que creo que no me va tan mal.


Bob Dylan