14 de abril de 2010

Risas en off

Las oigo constantemente. No dejan de reirse. Supongo que de mí.
Lo más curioso es que no podría decir de dónde vienen.
Risas agudas que me enloquecen.

Allí está la señora gorda y feliz que señala con su dedazo y ríe como poseída,
hinchada y totalmente roja.

A su lado una jovencita cuya fina risa me hace cosquillas en la oreja,
y es tan bella... que perdono su burla.

Me imagino que el tono grave tal vez provenga de un señor mayor con cara de gracioso,
alegremente despejado de penurias y cuentos tristes, casi rebuzna el pureta.

Un hombre de cuarentaytantos lanza una risilla irónica...
de bastardo, con mirada cínica y hombros caídos de llevar la carga del honor,
de la hombría, esa despreciable carraca.

Los niños... también alguno pone su voz en mis oídos, ese niño despierto y libre...
la más sincera de todas las risas que oigo.

En fin, todo un elenco de acróbatas de un humor que no entiendo.
Jóvenes, viejos y figurantes de esta sociedad que no es la mía.
Siempre están ahí, esas risas en 'off', esos personajes que me inundan y se burlan, haciéndome pequeño. Están conmigo siempre y me voy acostumbrando.

Y cuando dispongo de un ratito libre y me siento para mirar a ningún sitio, añoro el tiempo en que yo me reía tanto como ellos. Sí, lo echo de menos...

Ahora, ante las situaciones graciosas se me arruga la cara y la expresión es patética.
Me duele el gesto y la sonrisa la perdí.
Simplemente, como quien pierde las llaves, el reloj, la vida.

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