23 de mayo de 2010

Aldous Huxley y Erich Fromm en "Nueva visita a un mundo feliz" (1960)

Habla Huxley: ¿Qué repercusión han tenido los avances tecnológicos de los últimos años en los individuos? He aquí como responde a esta pregunta un filósofo psiquiatra, el doctor Erich Fromm:
"Nuestra sociedad occidental contemporánea, a pesar de su progreso material, intelectual y político, ayuda cada vez menos a la salud mental y tiende a socavar la seguridad interior, la felicidad, la razón y la capacidad para el amor del individuo; tiende a convertirlo en un autómata que paga su frustración como ser humano con transtornos mentales crecientes y una desesperación que se oculta bajo un frenético afán de trabajo y supuestos placeres.[...]

Pero huyamos de definir la higiene mental como la prevención de los síntomas. Los síntomas no son como tales nuestro enemigo, sino nuestro amigo; donde hay síntomas hay conflicto y el conflicto siempre indica que las fuerzas vitales que luchan por la integración y la felicidad siguen combatiendo todavía."

Donde cabe hallar a las víctimas realmente incurables de la enfermedad mental es entre quienes parecen los más normales.

"Muchos de ellos son normales —dice el doctor Fromm— porque se han ajustado muy bien a nuestro modo de existencia, porque su voz humana ha sido acallada a edad muy temprana de sus vidas que ya ni siquiera luchan, padecen o tienen síntomas, en contraste con lo que al neurótico sucede." Son normales, no en lo que podría llamarse el sentido absoluto de la palabra, sino únicamente en relación con una sociedad profundamente anormal. Su perfecta adaptación a esa sociedad anormal es una medida de la enfermedad mental que padecen.

Estos millones de personas anormalmente normales, que viven sin quejarse en una sociedad a la que, si fueran seres humanos cabales, no deberían estar adaptados, todavía acarician "la ilusión de la individualidad", pero de hecho han quedado en gran medida desindividualizadas. Su conformidad está derivando hacia algo que se parece a la uniformidad. Pero "uniformidad y libertad son incompatibles. Uniformidad y salud mental son incompatibles también... El hombre no está hecho para ser un autómata y, si se convierte en tal, la base de la salud mental queda destruida".

En el curso de la evolución, la naturaleza se ha tomado muchísimo trabajo para que todo individuo sea distinto de cualquier otro individuo. Nos reproducimos poniendo en contacto los genes del padre con los de la madre. estos factores hereditarios pueden combinarse en un número de modos casi infinito. Física y mentalmente, cada uno de nosotros es único. Cualquier cultura que en interés de la eficiencia o en nombre de cualquier dogma político o religioso trate de uniformar al individuo humano, comete un ultraje contra la naturaleza biológica del hombre.

Manifiesto Canibal Dada

Todos vosotros estáis acusados.
¡Levantaos! El orador no puede hablaros si no estais de pie.
De pie como para cantar la Marsellesa
de pie como para cantar el himno ruso.
de pie como para cantar el God save the king,
de pie como ante la bandera.
En fin, de pie ante DADA que representa la vida y que os acusa de amar todo por snobismo,
siempre que sea suficientemente costoso.
¿Os habéis sentado de nuevo? Tanto mejor, así vais a escucharme con mayor atención.
¿Qué hacéis aquí, amontonados como ostras serias? - porque vosotros sois serios
¿no es verdad?
Serios, serios, serios hasta la muerte.
La muerte es una cosa seria, ¿no?
Se muere héroe o como un idiota, que es lo mismo.
La única palabra que no es efímera es la palabra muerte.
Vosotros amais la muerte... la muerte de los otros.
¡Que los maten! ¡Que se mueran!
El único que no muere es el dinero, sólo parte de viaje.
Es el Dios a quien se respeta, el personaje serio -dinero, respeto de las familias.
Honor, honor al dinero; el hombre que tiene dinero es un hombre honorable.
El honor se compra y se vende igual que el culo.
El culo, el culo representa la vida, representa la vida como las papas fritas,
y todos vosotros que sois ricos, oleréis peor que la mierda de vaca.
DADA no huele a nada, no es nada, nada.
Es como vuestras esperanzas: nada,
como vuestro paraíso: nada,
como vuestros ídolos: nada,
como vuestros políticos: nada,
como vuestros héroes: nada,
como vuestros artistas: nada,
como vuestras religiones: nada.
Silbad, gritad, rompedme la jeta, ¿y después?, ¿y después?
Aún os diré que vosotros sois verdaderos cretinos. Dentro de tres meses mis amigos y yo os estaremos vendiendo nuestros cuadros por unos pocos francos.

Francis Picabia (tomado de Dada nº7, Dadaphone, París 1920)