15 de abril de 2010

Palabras de alguien en un oscuro día

Me alegro de verte. Esa era la frase fascinante que tiñó la tarde de una magia tragicómica. La única frase con sentido en este raro día. Un día extraño de cielo gris y mucho viento. Cielo negro a las ocho de la tarde y cabezas despeinadas. Cabellos que van de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, por culpa del aire violento, que me mete el polvo en los ojos y las bolsas de plástico que vuelan y el retorno de un amor de juventud.

Me alegro de verte me ata a un deseo y a la cuestión; ¿qué hago yo con mi vida?. Y esta frase lo sustituye todo, cambia el ambiente, me moja la cara de pura soledad, que más tarde me va chorreando por la chaqueta nueva de tres botones y aberturas laterales. La frase que mató las demás palabras, los cuentos, los chistes, las conferencias sobre cómo lavar a los perros... Haciendo de las calles un veneno que me intoxica en esta escapada.

Mañana es día de fiesta y hoy ese día extraño en el que vuelvo a casa sin saber muy bien por qué ni qué debo hacer en las últimas horas de la jornada. Cenar ante el televisor. Una ojeada por las páginas de revistas musicales atrasadas. Ideas para un cuadro difícil de pintar... dibujos inacabados.

Me alegro de verte ha sido la sentencia definitiva que viene de unos labios tiernos, me temo que irrepetibles. El tiempo me curó hasta borrarme a mí mismo, un mí mismo envuelto en tonos grises que no me gustan. Los parques han cambiado y las plazas están vacías. Los viejos y los niños están vivos en la calle y yo dejo la mirada correr tras ellos.

Espero a mañana y espero que la mañana sea bella y pueda estar un poco más vivo, más caliente, más despierto y por supuesto más preparado para recibir tan hermosas frases como Me alegro de verte.

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