20 de abril de 2010

La casa rellena de delfines

Hay una televisión encendida y un anuncio publicitario.
La cama se hunde y es de noche.
En la casa habita un cuaderno de apuntes.
Obscenos viajes a París vestido de lagartija.
El tintero desahoga sus últimas frustraciones.
Mañana menos y peor; soy optimista.

Alaridos en un pequeño envase metalizado,
es suficiente para la cena.
Lo de siempre en mi corazón taladrado
y el cubo de la basura canta en la ducha.
La soga está bien preparada,
una oración en Re menor...

Me encanta despertar a los vecinos
mientras diseño una bomba para volarme los sesos.
Enciendo un suspiro y escucho canciones escritas por mí,
siempre junto a mi amante la cuchilla de afeitar.

Hay un padre que pudre en el piso de enfrente.
No regué las plantas y por ello me ahorco.
Las mariposas me odian, creen que soy un snob.
Pero no es así, me gusta el sexo,
el tuyo en particular, con su bosque de gnomos dementes...

Me tumbo en la cama y te sueño como un idiota.
No eres buena, mándame un hara kiri por correo
y juro que te fumaré en pipa.

Oh baby, tú me vuelves cuerdo,
completamente sobrio...
Atrévete a hablarme, estoy en casa roto.
Me asfixio y ya es tarde.

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