No me gusta nada.
Nada quiero.
Solo el desastre me atrae
y ni tan siquiera los dientes anales
de un cráneo fémino y suave.
Ni un elixir de furcia
ni una cucharada de soma.
Nada me seduce,
nadie fue capaz,
ni me venden sus inventos
ni sus planes de futuro
con cadáver y vainilla.
Antagonista de todo,
psicoviajero de infamias,
esquizofrenia a la carta.
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