19 de marzo de 2010

De lirio

A la estatua le duele la cabeza,
debe ser de pensar.

La planta lee el periódico,
y acto seguido estornuda; alergia segura al engaño.

Pero un trozo de madera sacude la caspa de su hombro,
luego la vende en los barrios bajos.

Un cristal de ventana observa sin ojos el cielo,
mientras llora tornillos y estacas.

El desayuno ha sido envenenado y el semáforo calla,
la puerta se abre de piernas,
y la cafetera trabaja a jornada completa.

La hoz y el martillo han fallecido, de risa.
El sol es plomo derretido en tus sienes.

Yo, el viento, te abro los ojos...

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