Hasta dicen que es educado.
Moreno, alto y con la cabeza cúbica,
me resulta extraño.
Él cree que yo estoy loco
y piensa que no soy normal.
Pero no acabo de entenderle
pues los chaflanes de su tarro pinchan,
están afilados como su lengua y su escondido odio.
Se dedica a la política.
En realidad me importa poco su postura;
no logrará limar esa cabeza de cubo prefabricada como las latas.
Él es educado, dicen.
Aunque mienta; es su trabajo.
Es ejemplarmente educado.

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