me duermo en un instante
mientras soy nombrado rey
de la desolación.
El cobrador de impuestos
es un impostor y tú quieres más.
En la calle empieza a llover,
las gotas son afiladas
y se clavan en las cabezas de los transeuntes
vestidos como ratas de domingo.
El domingo está muerto
o quizás nunca existió
o quizás es mentira
o quizás es un cadáver devorado
por curas, futbolistas y
resacosas nulidades humanas.
O quizás yo estoy santificado
y tengo alas, para morir también.
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